Extrañaba volver, y la vida sucedió en un instante

martes, 1 de enero de 2013

La tristeza profunda tiene una duración de cinco días. El primero se llama Desconcierto. La mirada se posa desarbolada por encima de las cosas y te repites incrédula ‘esto no puede haber pasado’ ‘esto no me está pasando’. El segundo día tu corazón amanece estrujado por un puño, y apenas puedes respirar. Repasas en bucle constante las conversaciones ‘él me dijo, yo le dije’… Rabia frustración orgullo vergüenza, venganza se suceden taconeándote sin piedad. No vives. El tercero se llama Llanto. Y te quedas hundida en la cama queriendo no despertar nunca. La pena te cubre como una sábana y el alcohol no ayuda como alivio. Te diluyes en la pena anestesiada. Al cuarto deambulas por la casa con las manos vacías. Te topas con las paredes como un autómata de cuerda. A veces surge un deseo sexual irrefrenable por el objeto perdido, asociado al temor de que nunca lo vas a volver a tocar. Fantaseas hasta que un picotazo de angustia te pone en tu sitio. Y el quinto día llenas tu cabeza de trabajo y retomas tus quehaceres cotidianos. Eres gris y te dejas llevar por las piernas y los brazos, recordándote ‘Cada día me dolerá menos’

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